A que le meto

martes, 27 de julio de 2010


Aclaro que no soy una persona violenta pero a veces me dan ganas de soltar un par de galletas a la gente. Y es que más de uno se lo merece.

Mi amiga Aurora es camarera. Pero no es una camarera de esas que van en bragas y llevan sujetadores de lentejuelas con abalorios colgando y botas altas, no. Trabaja en un restaurante de polígono que da menús del día a curritos.









El otro día le pasó lo siguiente con un cliente habitual de edad indefinida entre los treinta y los treinta y cinco:

Hola guapa


¡Hola Clientehabitual!


Ponme un café, anda


Helo aquí


Oye, ¿a qué hora sales?


A las 21h pero entre que recojo, cierro y tal, las 21:30h pasadas.


¿Te recojo y nos vamos a mi casa?


¿Mandeeeee?


Que si te recojo y nos vamos a mi casa


Hummmm, déjame que pienseeee…. NO


¿Por qué? ¿Tienes novio?


Pues no


¿Entonces?


Estoooo, creo que te estás confundiendo un poco


Bueno, una chica soltera… en una barra… Todos sabemos lo que hay


¿¿¿¿Perdona????





Ayer:

Tía, Perla, ¿a que no sabes lo que me pasó el viernes? Resulta que bla bla bla…


¡¡Será $%&/()$#!!. Mañana te voy a buscar y le parto las piernas.


No hace falta. He comprado matarratas para el café.


Ah, vale… ¡¡Pero yo le parto las piernas!!



¿Es para meterle o no?


Vaya semanita

viernes, 23 de julio de 2010

La semana pasada, mi padre, o sea mi jefe, pronunció esa frase que durante tantos años había estado esperando: “He pensado que podías hacer jornada intensiva”.





Yo creo que vio mi blanca palidez y pensó que me vendrían bien unas cuantas horas de playa. Además, llevamos un tiempo con el trabajo flojillo por lo que mi ausencia durante las tardes en teoría no supondría el colapso de la empresa. Vamos, que a priori era una buenísima noticia.

¿Pero cuál ha sido la realidad? Pues que desde que me lo dijo, de repente, el trabajo (MI trabajo, aclaro, porque el trabajo en general está igual) dio un subidón y ya sabéis: más trabajo en menos horas igual a... ir como las locas.

El martes entré a las 8h de la mañana y salí a las 19h de la tarde. Una jornada intensa más que intensiva. El resto de días ha llovido... adiós a mis tardes playeras.

Y luego hay un pequeño detalle de la jornada intensiva que no había tenido en cuenta... a ver... ¿cuándo vagueo? ¿Eh? Si estoy en la oficina ocho horas puedo dedicarme a mis cosas durante... no sé... pongamos... cuatro horas. ¿Pero ahora cuándo blogueo? ¿Cuándo feisbukeo?

Ahora ya tenéis la explicación a mi ausencia de estos días.





Os agradezco a todos los comentarios en el post anterior y sobre todo, que os hayáis alegrado de que mi integridad física quedara intacta tras el choque. Todo lo demás, efectivamente, no importa... total, sólo son 800€ de reparación.




Cierto es que esa cifra incluye el arreglo de todos los golpes y rayajos del coche y una capa de pintura. Que digo yo, que más le valdría a mi padre comprarse uno nuevo porque éste tiene ya dieciocho años. Pero ése es otro tema... luchar contra mi progenitor es inútil... es navarro, no hay nada que hacer.

Que tengáis todos un buen fin de semana. Yo, en media hora, cojo la maleta y me voy en busca del sol.

Chaoooooooo

P.D. Gracias a Violetazul por apuntarse a seguidora.

Mi primer golpe, chispas

martes, 20 de julio de 2010

Viernes, 14:15h del mediodía, oficina:

RING, RING, RIIIING!!!!!



¿Sí digame?

Perlaaaaaaa, ¿habéis ido a buscar a la abuela? (era mi madre)

Joder, joder, joder. Se me ha olvidado completamente (habíamos quedado a las 14h). Y el Aitá no está… bueno ahora cojo el coche y voy a por ella.

ABRO INCISO

Mi padre tiene la manía de desaparecer de la oficina sin decir adónde va. Y no tiene móvil, con lo cual localizarle es imposible. Mi madre y yo barajamos seriamente la posibilidad de implantarle un microchip.

CIERRO INCISO

Salgo de la oficina, me monto en el coche de mi padre, arranco y enfilo el camino a casa de mi abuela a toda pastilla.







Mierdajoder, vaya cola… venga leches, que voy tarde. Allez, allez, que estáis dormidos, pisadle un poquito.

Estooo, ¿dónde tendré la tarjeta? (mi abuela vive en la parte vieja de la ciudad, que está cerrada con pivotes, por lo que necesitamos una tarjeta especial para entrar a su calle).

La busco, me despisto, bajo la cabeza, la levanto… y veo con horror que los coches de delante se han parado. Me pongo nerviosa... freno… TARDE...







Ay, ay, ay!!! ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo se hace un parte? Quiero llorar. ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?

Temblando, salgo del coche.

Lo siento, lo siento, lo siento… (¿Conseguiré dar lástima?)

La chica del otro coche, lo mira, lo remira, abre el maletero, da una vuelta.

No pasa nada, tranquila, no tiene nada.

Ufff… respiro aliviada. Vuelvo a subir al coche y marcho rauda y veloz a por mi abuela, que la pobre debe de estar negra de tanto esperar.







Callo como una perra, por supuesto…. Hasta que ayer:

Perlita, ¿el viernes te pasó algo con el coche cuando fuiste a por la abuela?

Einnnnn… buffff… estooo… erggg… verás Aitá… es queeee… meestampécontraelcochededelante.

Ummm… Es que tengo el faro roto, el parachoques rajado y no puedo abrir el capó porque está desencajado. ¿Cómo no te diste cuenta?

Bueeeeeno, es que el coche de delante no tenía nada… la conductora tampoco… ni rastro de latigazos cervicales ni en ella ni en mí … iba con prisa… la abuela estaba esperando… pensaba en que no me iba a dar tiempo a echarme la siesta… ni se me ocurrió mirar, la verdad… (Joder, ¿cómo coño no me di cuenta?)

Pues lo tendré que llevar al taller.

Bueeenoooo… lo siento… estoooo… descuéntamelo del sueldo si eso. Pero a plazos, eh? POR FAVOR.









Se admiten donativos. Gracias.

Pobre de mí

miércoles, 14 de julio de 2010

Esta noche a las 00:00h Pamplona entonará el Pobre de mí, acto que cada año pone punto y final a las fiestas de San Fermín.



No soy de Pamplona pero estas fiestas me hacen sentir un cosquilleo especial, quizá sea mi parte navarra... o que fui concebida por mis padres en unos Sanfermines. La cosa es que cada seis de julio, con el txupinazo, se me ponen los pelos de punta.

Desde que tengo uso de razón he visto los encierros cada mañana del 7 al 14 de julio. Cuando era niña, era una especie de ritual: a las ocho menos cinco mi padre nos despertaba a mi madre, a mi hermana y a mí con un “venga, arriba, que ya están en el primer cántico”. Con los ojos aún pegados, íbamos al salón, nos acurrucábamos en el sofá con una manta y disfrutábamos de la emoción del encierro. Después, mirábamos por la ventana (algo típico en el norte): “hace bueno, dormid un rato más y nos vamos a la playa”, decía mi madre. O “hoy no hay playa, hace mal tiempo”.

Mis primeros Sanfermines fueron a los diecisiete. Fui con mi prima y sus amigas a pasar una noche. Después, me eché un novio de Pamplona, volví a las fiestas y me enganché. A partir de ahí y exceptuando mi época de Madrid, he ido cada año... ya he perdido la cuenta de las veces que me he dejado caer por allí. He estado por el día, por la noche, he vivido las fiestas de diferentes maneras pero siempre, SIEMPRE, he disfrutado muchísimo.

Yo pienso que es algo que hay que vivir por lo menos una vez en la vida. Hay gente a la que no le gustan nada; otros, como yo, se enganchan. Es el mogollón, el descontrol, el todo vale, el buen rollo... es conocer gente de todo el mundo, ir con un grupo y acabar con otro, hablar con quien sea, bailar y cantar con todos, compartir bebida con desconocidos... Es la Fiesta con mayúsculas.

¿Y por qué cuento esto? Pues porque me da la gana y porque estas fechas siempre me ponen nostálgica, es como si me diera cuenta del paso del tiempo. Supongo que es algo parecido a lo que sienten los valencianos cuando ven arder las fallas... otro año que se va.

Me recuerdan a mi primer amor, a una historia que no pudo ser aunque lo intentamos, a algo que dolió mucho, a un fantasma que me persiguió durante mucho tiempo y me impidió ser completamente feliz con S.

Ahora, con otra ruptura importante a mis espaldas, me recuerdan también a S., a las veces que fuimos juntos, a cómo disfrutaba él, lo que le gustaba ir.

Me recuerdan que tengo cicatrices pero que he madurado, que he superado muchos sentimientos feos, que me he caído y me he levantado... Me recuerdan que he vivido.

Permitidme este momento tonto... será que estoy con la regla.


Historias de vacaciones 1: Dame paciencia, diossssmío, dame paciencia

jueves, 8 de julio de 2010

Cualquiera que me conozca un poco sabe que no me gustan los niños. Quienes me conocen algo más afirmarán, sin dudar, que los odio. Y no les falta razón. Pero tanto odio a los pequeños como a algunos de sus padres. ¿Por qué no hacen un carnet para ser padre? ¿Eh? ¿Por qué para tener un arma o conducir un coche necesitas un permiso y para procrear no? Será por no acabar con la raza humana, digo yo, porque estoy segura de que el 90% de los examinados no aprobaría.

Pero bueno, que me lío, que lo que quería era contaros una anécdota de estas vacaciones con dos luciferes como protagonistas, como no podía ser de otra manera debido a mi innato imán para atraer a fierecillas. Yo creo que son como los perros, que huelen el miedo.





Estábamos ÉL y yo en la isla de Elba (maravillosa, por cierto), en una preciosa calita disfrutando del sol y decidimos bañarnos. ÉL se zambulló en menos de medio minuto. Yo, en cambio, friolera por naturaleza, iba poquito a poco: primero los pies, después hasta la rodilla... hasta que el agua me llegó a medio muslo. Quietecita, esperaba a que mi cuerpo se acostumbrara a la temperatura cuando, de repente, dos monstruos con forma de niño emergieron de la nada para salpicarme.

“Aguanta Perla” - me dije - “habrá sido sin querer”. Seguí sonriendo embelesada ante tanta belleza (la de ÉL y la del paisaje también, claro) hasta que sentí de nuevo en mi cuerpo el frescor del agua que levantaban las dos criaturas... una vez, dos, tres... así hasta diez por lo menos. “Putosniñosdeloscojones” - ladré para mis adentros - “no habrá playa suficiente, no...”

Les miré con odio. Con mucho odio. Pero no surtió efecto. A pesar de mi monumental cabreo, siguieron con sus juegos durante al menos dos minutos a escasos milímetros de mí llegando, incluso, ¡¡a rozar mis piernas!!

¿Quién va a acabar con la cabeza enterrada en la arena? ¿Eh? ¿Quién?” - les dije. Pero eran extranjeros, no me entendían. Probé a insultarles pero tampoco se dieron por aludidos.




Así que cagándome en su madre y en su padre decidí salir del agua y justo, JUSTO cuando estaba dándome la vuelta escucho una voz que provenía de la orilla: “Fulanini, Menganini” - (es que eran italianos) “cuidadini”.
Era la madre, que fumando parsimoniosamente les vigilaba (JA!) desde la orilla.



La fulminé con la mirada y me tragué la mala leche... os juro que me dieron ganas de coger una escopeta y empezar a disparar pero tengo entendido que eso es delito. Claro que también puedo contraatacar engendrando bichos peores que los suyos. Pero, ay, eso sí que sería una condena para toda la vida.


P.D. Gracias a tod@s por vuestra calurosa bienvenida. Si es que os tengo que querer...




¿Pero ya se ha acabado esto?

lunes, 5 de julio de 2010

Queridísimas/os mías/os, podéis dejar de odiarme y envidiarme porque he vuelto. A la cruda realidad, al estrés, a la jornada laboral de ocho horas… al averno. Y después de una maravillosa semana toscana no es duro, no, es lo siguiente. Tanto, que no hay adjetivo en el diccionario de la RAE capaz de describirlo. Y mirad que he buscado… pero nada.

Como sé que os morís de la curiosidad, os resumo mis vacaciones, lo que se puede contar, vamos.

Han sido siete días de pueblitos románticos, increíbles paisajes, cientos de kilómetros, vino, cervezas, risas y mucho, muuuucho amor.






A la vuelta, me encuentro con setenta correos sin abrir en mi bandeja de entrada del curro y ciento cuarenta y tres en mi correo personal; con que mi padre, o sea mi jefe, no ha hecho ni puñetero caso a la clarísima lista de cosas pendientes que le dejé y tengo que retomar todos los asuntos; con que España juega la semifinal del mundial de futbol; con que mi sobrino ha aprendido a decir caca (y no he sido yo quien se lo ha enseñado); y con que Sara Carbonero ¡¡¡ha besado a Iker Casillas en público!!!

Por dios, no puedo con todo esto. Necesito otras vacaciones… O una cerveza.


P.D. En cuanto descargue las fotos colgaré alguna, por daros un poquito de envidia, más que nada.
 

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