21 de diciembre

lunes, 21 de diciembre de 2009

Hoy es Santo Tomás, día de fiesta, aunque no festivo, en Euskadi. En la mayoría de los pueblos se celebran ferias y mercados rurales, donde los baserritarras ponen en venta los mejores productos obtenidos durante el otoño, y se puede degustar la combinación estrella de la jornada: talo, txistorra y sidra.

Gran parte de la población se viste con el traje tradicional de casera. Cuando era pequeña estos vestidos eran feos, muy feos incluso. Falda y blusa negras con puntitos o florecitas blancas, toquilla negra y pañuelo blanco con puntitos o flores negras a la cabeza. Un horror. Pero ahora la vestimenta ha evolucionado y se han sacado de la manga trajes más vistosos, con telas de rayas y toquillas de colores. Bastante más bonitos pero tampoco es que favorezcan demasiado, precisamente.

Aparte de la txistorra, el protagonista del día es un enorme cerdo (o cerda, aquí somos muy igualitarios) que se sortea al final de la jornada y que permanece expuesto desde bien temprano en el centro de la plaza donde se celebra la feria.

El de Santo Tomás es, en definitiva, un día con muchísima tradición, el txupinazo de las fiestas navideñas. Pero cada 21 de diciembre me hace rememorar un hecho traumático de mi vida que ocurrió hace…..dejémoslo en muchos años.

En plena adolescencia y como ese año Santo Tomás caía en sábado, salí a la discoteca de moda con mis amigas. Al son de la música y mientras bebíamos San Franciscos y Panteras Rosas, flirteábamos con una cuadrilla de chicos de la que estábamos perdidamente enamoradas. Cada una de nosotras, teníamos uno de ellos adjudicado….aunque ellos no lo supieran.

En éstas, el presentador anuncia a bombo y platillo, “Coged vuestras entradas, ¡vamos proceder al sorteo!”. “¿Qué sortean?” – pregunté. “Un cerdito”.




El Fernán Disco de turno empezó a cantar números. “El equis” - oh, oh. “El pi” - ¡ay!. “El ene” - joooooder……¡¡es el mío!! Mudé de color e intenté camuflarme con los sillones del local, hasta que una amiga traidora me delató. “¡¡¡¡Es el de Perla!!!!”.

De repente y en medio del descojono general me vi agarrada de pies y manos por los chicos por los que suspirábamos y llevada contra mi voluntad al centro de la pista. Estaba aturdida, sólo oía voces, risas y el oink oink del pobre cerdo, que estaba más asustado que yo. “¿Cómo te llamas?”, “estooooo”……vi el cielo abierto cuando una chica que conocía de vista me dijo, “ay, qué bonito, ¿me lo regalas?”. ¡¡Por supuesto!! Me zafé como pude y salí por piernas….. Creo que fue en ese momento cuando empecé a beber alcohol.

Al llegar a casa, mi sister contó la aventura a mis padres, y mi madre me echó la bronca por no haberlo cogido. ¿¿¿Qué quería??? ¿Criarlo y hacer chorizos? ¿Servirlo en Nochebuena con una manzana en la boca?

Al ocurrir en la etapa más difícil de la vida de cualquiera, este episodio me traumatizó. Durante mucho tiempo, cada vez que alguien me miraba yo estaba segura de que estaba pensando, “Mira, ésa es la del cerdo”.

Y que nunca más me haya vuelto a tocar nada….


14 comentarios:

Ely on 21 de diciembre de 2009, 11:43 dijo...

es que si hubiese sido vietnamita, no? y te lo daban con correa? como lo llevas a casa? cuanto pesaba? hay premios que son... eso, una cerdada!

Oly on 21 de diciembre de 2009, 11:43 dijo...

jajajajaaaa....es buenísimo
En serio sorteaban un cerdo? y vivo? por Dios yo me hubiera muerto ipso facto, mira que sois bestias los vascos, con el pánico que me dan a mi todos los bichos
Sobre la bronca de tu madre, sin comentarios, mi padre me hubiera asado a mi por no haberlo cogido.
Bss

ana villanueva on 21 de diciembre de 2009, 11:59 dijo...

jajajaja a mi me regalaron un corderito y no comimos carne ni mis hermanas ni mis primos ni yo en mucho tiempo. Pero el cochinillo me encanta, lo voy a hacer en nochebuena jajaja, como cambian los tiempos.
Besos!

Ellyllon on 21 de diciembre de 2009, 12:25 dijo...

Cuando trabajé en la carnicería, siempre que llegaban las navidades, el "paquete" estrella era (y supongo que seguirá siendo) un cochinillo envasado al vacío que vendíamos listo para cocinar.

No podía pasar por delante del congelador sin que se me helara el alma viéndolos allí a todos esos pequeños lechones formando fila, muertecitos y envasados en plástico.

También te digo que ni vivo lo quiero porque me dan miedo.
Eso sí, qué buena está la txistorra, eh??!!! jajajaajaja
Qué incongruencia, leñe!

En fin, que es lo que tiene haber visitado mucho el pueblo y haber jugado entre gallinas americanas, conejos, cerdos, pavos...

Un besazo perlica!
Elly

María on 21 de diciembre de 2009, 13:19 dijo...

Jajajajajajajajaja, que me meo!!! jajajajaja

A ver, te imagino toda mona en la pista con el cerdito en brazos, colorada como un tomate de huerta riojana... y es que me meo!!! jajajaja

Tía, que anécdota tan buena!!!

Mi madre también me hubiese abroncado, ella lo habría engordado y servido en nochebuena, fijo!! jajajajaja

MEL on 21 de diciembre de 2009, 17:13 dijo...

Yo te imagino como la de Dirty Dancing con la sandía en los brazos, "he traído un cerdo...", qué glamour!!

Anónimo dijo...

Madre mía, me imagino la situación, que verguenza tan grande,jajaja ... normal que no se te olvide en la vida ...

Feliz navidad ! Besos !

Perla N. on 23 de diciembre de 2009, 13:17 dijo...

Pues sí, Ely, desde luego el premio era una cerdada y encima te lo daban sin envolver, bah.

¿Que cuánto pesaba? Ni idea.....ni lo toqué.

Perla N. on 23 de diciembre de 2009, 13:18 dijo...

Oly, visto con perspectiva pues sí....es buenísimo. Pero te aseguro que en aquel momento solo quería morirme!!!

Aquel cerdito era pequeño, vamos, un cochinillo, pero en Donosti suelen rifar un animalito de trescientos y pico kilos. Para que luego digan de los de Bilbao.

Perla N. on 23 de diciembre de 2009, 13:19 dijo...

Ana, yo soy incapaz de comerme un bicho que he visto vivo antes....pero tampoco nada que se presente con forma de animal a la mesa. El cochinillo con manzana en la boca me da repelús y las pescadillas que se muerden la cola y las codornices mucha pena. Eso sí, ponme un buen txuleton y ascos no le hago eh? Aunque sangre....

Perla N. on 23 de diciembre de 2009, 13:19 dijo...

Ay, Elly, yo no puedo con los animales muertos en los puestos del mercado. Veo los conejos colgando boca abajo, los lechoncitos, las palomas, etc. y me da yuyu....Animalicos!

Besossss

Perla N. on 23 de diciembre de 2009, 13:20 dijo...

María, sí, es una anécdota buenísima, yo ahora también me descojono pero cuando pasó sólo quería desintegrarme, ay! Fue la coña de mi familia durante muchísimo tiempo....los hubiera matado a todos.

Pero ahora me río, sí, la verdad es que es gracioso que lo único que me haya tocado en la vida sea un cochinillo vivo, jajajajajaja.

Perla N. on 23 de diciembre de 2009, 13:20 dijo...

Mel, sí, supermegaglamourosa. En aquella época no existía ni George Clooney con su cerdo como mascota.....quizá lo hubiera puesto yo de moda, quién sabe.

Perla N. on 23 de diciembre de 2009, 13:22 dijo...

Bet, pasé una vergüenza terrible, quería que me tragara la tierra. Es que encima la discoteca estaba a reventar y joder, el amor de mi vida allí, partiéndose el culo. Pa morirse.

Feliz Navidad!!!!

 

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